¿Qué le hace la COVID-19 al cerebro?
Desde su notificación, en diciembre de 2019, se han producido más de 212 millones de casos de COVID-19. Aunque la mayoría de las personas contagiadas sobreviven a la infección, hay un número significativo de estas que presenta secuelas o síntomas persistentes que causan discapacidad o disminuyen la calidad de vida.
La conocida como síndrome postcovid o Covid persistente incluye signos y síntomas que persisten o se presentan más allá de las doce semanas de la infección por SARS-CoV2 y no se pueden atribuir a diagnósticos alternativos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido a los países priorizar la rehabilitación de las personas con secuelas por la COVID-19, tanto a medio como a largo plazo, ya que se espera que esta cronicidad tenga un impacto sobre la salud pública y la economía en los próximos años.
La infección por SARS-Cov-2 puede ser asintomática o presentar clínica, que va de leve a neumonía, y síndrome de dificultad respiratoria aguda. Puede afectar múltiples órganos, entre ellos el sistema nervioso central (SNC). La cefalea, el mareo y las alteraciones del olfato y el gusto son los síntomas neurológicos más habituales en la COVID-19 y se suelen presentar en casos moderados o leves. Menos frecuentes, pero más graves son las convulsiones, meningitis, encefalopatía o los accidentes cerebrovasculares.
Afectaciones de la Covid persistente en el sistema nervioso central
Los datos disponibles sobre la incidencia y la evolución de las afectaciones postcovid son heterogéneas. Pero parece claro que no solo presentas secuelas o síntomas persistentes las personas que han sufrido las formas más graves de COVID-19: también son frecuentes, en formas no graves, en personas jóvenes y en personas en buen estado de salud y forma física antes de la infección. Es muy probable que estas secuelas o síntomas persistentes de COVID-19 pertenezcan a múltiples síndromes resultantes de los diversos procesos fisiopatológicos en todo el espectro de la enfermedad.
Entre los mecanismos propuestos para explicar la patogénesis de secuelas tardías se incluyen los daños en los órganos en la infección aguda, un estado de inflamación crónica o una respuesta de anticuerpos incompetente. Otros factores pueden explicar esta cronicidad, como la mala forma física antes o después de la enfermedad, comorbilidades anteriores, alteraciones psicológicas o cambios en el estilo de vida a causa de la pandemia.
Diferentes estudios muestran que las personas infectadas por SARS-CoV2 siguen experimentando diversos síntomas entre uno y ocho meses después de la fase aguda:
- Fatiga.
- Disnea.
- Anosmia o ageusia.
- Alteraciones de la salud mental (trastornos del sueño, ansiedad o depresión).
- Niebla mental.
- Disfunción cognitiva.
- Empeoramiento de la calidad de vida.
En relación a las quejas cognitivas, las más frecuentes son (Davis et al., 2020):
- Alteración de la atención.
- Dificultades para pensar.
- Dificultades para el funcionamiento ejecutivo.
- Dificultades para resolver problemas o para tomar decisiones.
- Pensamiento lento.
- Alteraciones de la memoria.
Se ha valorado la cognición con pruebas neuropsicológicas en unos cuantos estudios realizados entre uno y cuatro meses después de la infección. Se ha objetivado la queja cognitiva en bajo rendimiento en pruebas de lenguaje, memoria a corto plazo, atención sostenida y funciones ejecutivas (Almeria et al., 2020; Woo et al., 2020; Zhou et al., 2020). Los estudios de neuroimagen muestran afectaciones globales de la sustancia blanca que se relacionan con estos déficits (Lu et al., 2020; Silva et al., 2021).
Un proyecto que pretende desarrollar modelos predictivos de evolución de las consecuencias cognitivas, emocionales y funcionades postcovid
El proyecto NAUTILUS-COVID nace ante la pregunta ¿Qué está pasando en el cerebro de los afectados por COVID-19? Y, sobre todo ¿qué pasará a largo plazo? Está liderado por el Consorci Sanitari de Terrassa con la Dra. Maite Garolera al frente, y la Universitat de Barcelona (UB), con la Dra. Carme Junqué como investigadora principal.
El proyecto NAUTILUS tiene como objetivo definir la afectación cognitiva, emocional, funcional y de conectividad cerebral de las personas que han superado la COVID-19.
Se trata de un estudio observacional transversal y multicéntrico que se está llevando a cabo en 28 hospitales públicos de Cataluña, Galicia, Madrid y Andorra. Evaluamos la cognición, la salud mental y la capacidad funcional de 471 personas con diagnóstico de COVID-19 y 471 controles sanos aparejados por edad, sexo y educación a través de una evaluación neuropsicológica y la administración de diferentes escalas y cuestionarios. Obtenemos muestras de sangre para hacer determinaciones bioquímicas y genéticas, y de heces para realizar el perfil de la microbiota intestinal. Además, estudiamos la conectividad cerebral estructural y funcional en una submuestra de participantes.
Con todos estos datos, pretendemos desarrollar modelos predictivos de evolución de la cognición, la salud mental y la funcionalidad en postcovid a través de inteligencia artificial (IA).
El grupo del Dr. Ulises Cortes de la Universitat Politècnica de Barcelona liderará la aplicación de la IA en este proyecto.
Dada la gran amplitud del estudio y subestudios asociados, NAUTILUS se desarrollará en diferentes momentos temporales a medida que vayamos obteniendo la financiación. Se prevé que el estudio, en su parte de evaluación e intervención se extienda en un período de cinco años.
Creemos que la información extraída de este estudio proporcionará conocimiento sobre las bases de los mecanismos biológicos implicados en las consecuencias cognitivas y emocionales de la COVID-19. Por tanto, el estudio NAUTILUS debería mejorar nuestra comprensión de la historia natural de las secuelas cognitivas y emocionales de la COVID-19 y de los factores mediadores implicados.
El tratamiento de las variables cognitivas y emocionales, marcadores en sangre, variaciones genéticas, microbiota intestinal y neuroimagen con IA proporcionarán nuevas perspectivas para minimizar las secuelas. Este conocimiento tiene implicaciones prácticas ya que ayudará a la detección de personas en riesgo de sufrir consecuencias de COVID-19 a largo plazo y a crear intervenciones terapéuticas para mitigarlas.
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