Factores de riesgo y de protección frente al suicido en personas mayores
El envejecimiento de la población es un fenómeno global. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España hay 9,39 millones de personas de más de 64 años, y se espera que en 2049 habrá más de 15 millones.
En este periodo de la vida hay grandes cambios individuales y sociales que pueden vivirse como adversidades o pérdidas:
- El envejecimiento.
- La aparición de ciertas enfermedades (muchas de ellas limitantes y con dolor) y la pérdida de algunas funciones corporales (pérdida cognitiva, visual, auditiva y del control de esfínteres).
- La jubilación, que conlleva a menudo un sentimiento a veces inevitable de «dejar de sentirse útil».
- El fallecimiento de personas cercanas.
- La pérdida de círculos sociales, el aislamiento social y la soledad.
- Una nueva consciencia de la muerte.
- La brecha generacional, que conlleva dificultades de comunicación.
Existe un mito sobre el suicidio en personas mayores que presupone que, al ser la etapa de la vida más cercada a la muerte, es «normal» que se tengan ideas de muerte o suicidio. Según datos del INE, en el año 2020, 1.256 personas mayores de 64 años fallecieron por suicidio en España, y la tasa de suicidio por cada 100.000 habitantes aumenta considerablemente en personas de más de 80 años. Los intentos de suicidio suelen ser graves en las personas mayores y la gran mayoría fallecen en el primer intento. Estos datos nos dan una perspectiva de la gravedad de la conducta suicida en esta población.
Uno de los aspectos cruciales en la prevención del suicidio es poder detectar a las personas que presentan ideas de suicidio y entender que puede afectar a cualquiera
La conducta suicida (ideas e intentos de suicidio), en la gran mayoría de los casos, se desencadena tras una situación vital adversa en la que la persona ve la muerte como una liberación y como única salida, pues cree que no puede cambiar su situación. El deseo de morir es mayor que el deseo de vivir.
Factores de riesgo de suicidio en personas mayores
- La depresión es uno de los factores de riesgo más importantes. Algunos estudios afirman que la mayoría de las personas que fallecen por suicidio tenían síntomas de depresión. Y hay estudios que estiman que hasta el 18% de la población geriátrica tiene depresión (Baladon et. al. 2015). Los síntomas varían en esta etapa de la vida y muchas veces no hay una expresión de tristeza, pero suelen presentar inquietud, pérdida de apetito, problemas de sueño, etc.
- El abuso del alcohol.
- Los sentimientos de culpa, desesperanza, falta de autoestima e impotencia. Sentirse una carga para sus familiares.
- La rigidez, falta de flexibilidad cognitiva y perfeccionismo.
- La existencia de una enfermedad grave y crónica, principalmente las que implican dolor, discapacidad, cambio en la interacción o participación social y en las que hay un sufrimiento psicológico asociado. Hay que tener en cuenta que hay enfermedades neuropsiquiátricas que pueden generar impulsividad, agresividad y hostilidad, y que, a su vez, generan mayor riesgo de conducta suicida.
- Antecedentes de intentos de suicidios previos.
- Ser hombre.
- La precariedad socioeconómica.
- Vivir solo: separación, divorcio, viudedad o tener poco soporte social o familiar. La viudedad genera un riesgo principalmente en los primeros dos años tras el fallecimiento del cónyuge.
- La soledad: sentirse desconectado del círculo social y familiar o de los amigos.
- La pérdida del domicilio, en especial cuando se ingresa en residencias geriátricas.
- Sufrir abuso o negligencia.
- Un gran porcentaje de cuidadores son personas mayores y pueden tener mayor riesgo de suicidio cuando hay sentimientos de impotencia, desesperanza y agotamiento por el cuidado.
Factores protectores ante el suicidio en personas mayores
Una de las intervenciones en la prevención y reducción del riesgo de la conducta suicida es fomentar o potenciar los factores protectores. Algunos de ellos son:
- Tener hijos y soporte familiar con el que la persona se sienta apoyada, reconocida y respetada.
- Contar con una red social que le haga sentirse integrada y con sentimiento de pertenencia.
- Disponer de apoyo de los recursos sociales que le permitan tener una vivienda, transporte, alimentación y atención sanitaria.
- Tener habilidades sociales que le permitan integrarse a los cambios que conlleva el envejecimiento y desarrollar intereses que le hagan tener una rutina diaria.
- Tener autoconfianza, autocontrol, capacidad de adaptación, saber pedir ayuda en momentos adversos, y capacidad para expresar sentimientos desagradables.
- Seguir hábitos de vida saludable, tener salud física y percepción de calidad de vida.
- Contar con un seguimiento médico por parte de los servicios sanitarios. Los servicios de teleasistencia pueden ser una herramienta muy útil.
- Sentir que la vida tiene un propósito.
- Ser una persona religiosa.
El suicidio se puede y se debe prevenir. Uno de los aspectos cruciales en la prevención del suicidio es poder detectar a las personas que presentan ideas de suicidio y entender que puede afectar a cualquiera. Cuando detectamos esta situación, es necesario no pasarla por alto y asegurarnos que la persona recibe ayuda. Debemos ofrecerle nuestro apoyo, mostrando comprensión y capacidad de escucha y teniendo paciencia y una actitud empática.
Hay que prestar especial atención a situaciones como:
- La expresión de ideas suicidas.
- La ingesta «accidental» de medicamentos y acumulación de medicación.
- Encontrar notas de despedida, o cambios recientes en seguros o testamento, o entrega de objetos personales importantes.
- La pérdida de interés o abandono de actividades.
- El abandono del autocuidado y de los controles médicos, y el rechazo de la atención de terceras personas.
Es importante evitar que la persona se haga daño y debemos procurar que no tenga acceso a sustancias u objetos que puedan utilizarse como medios para realizar un intento de suicidio: medicamentos, productos químicos, objetos punzo-cortantes, etc. Es prioritario que las personas con ideación suicida no estén ni se sientan solas, y debemos asegurarnos que sean atendidas por los servicios sanitarios. Podemos acudir al médico de cabecera o a urgencias del hospital más cercano.
Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:
También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.
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024
Línea de atención a la conducta suicida -
061
Salut Respon -
900 925 555
Teléfono de prevención del suicidio de Barcelona